Desperté en un mar de nubes
rodeado de sonrientes querubines,
con los cuales disfrutaba el poder volar
viendo hacia abajo como nos alejábamos
o nos acercábamos a la ciudad,
los tejados rojos de bonitas casas,
el hierro y el cemento voraz de los edificios,
la gente yendo de uno a otro lado,
todo aquello que desde las alturas
uno no tiene idea de imaginarse
que se siente pero viví ese instante.
Abrí los ojos con una placidez desconocida,
aún sentía el aleteo de mis brazos
tratando de aproximarse o alejarse,
de la ciudad en que la nube de polución
todo lo cubría poco cerca de las nubes.
Me sentí infinitamente feliz, al recordar
ese sueño mágico contrariando
la interrupción de mi descanso,
muy a menudo cuando Daysi
saltaba a mi cama, despertándome
con la correa entre sus dientes.
¿Habrá sido un sueño en realidad?
O un deja vu de otra dimensión
distinta a la que habito….